hacen evaluar de forma negativa a las que
son distintas. Los prejuicios negativos
varían en intensidad: pueden producir
desde una aversión moderada hasta una
hostilidad manifiesta hacia otro grupo
de personas. Como los prejuicios son
creencias que es-tán enraizadas en la
cultura de una sociedad, cabe esperar que
la mayoría de las personas, con grados
variables de intensidad, tenga algún
prejuicio. La mayoría de la gente reconoce
que los blancos tienen prejuicios contra
las minorías raciales. Pero estas, a su vez,
suelen también tener prejuicios contra los
blancos y otras minorías.
Estereotipos.
Los prejuicios forman estereotipos
(«estereo» procede del griego, y
significa duro, sólido); esto es, imágenes
distorsionadas y cargadas de prejuicios
acerca de toda una categoría de personas.
Dado que en los prejuicios se ven
implicados sentimientos y emociones
de simpatía o lealtad (cuando se trata de
personas de nuestro grupo social), o de
temor o incluso odio (cuando se trata de
«los otros»), terminan convirtiéndose en
imágenes distorsionadas de las personas,
difíciles de cambiar aun cuando los
hechos contradigan esas imágenes.
Por ejemplo, alguna gente mantiene el
estereo-tipo de los pobres como vagos o
gorrones, como gente que prefiere solicitar
ayuda del Estado a trabajar y ayudarse
a sí misma (Waxman, 1983; NORC, 1994).
Sin embargo, este estereotipo distor-
siona la realidad porque la mayoría de
los pobres son personas que no están en
edad de trabajar (niños y ancianos), que
tienen más desventajas en el mercado
laboral (mujeres), y de personas que están
trabajando. En todas las sociedades hay
estereotipos para casi toda minoría racial
o étni-ca. Y estos estereotipos pueden
llegar a arraigar firmemente en la cultura
de la sociedad. En Esta-dos Unidos, por
ejemplo, la mitad de los blancos cree que
los negros no tienen motivación para salir
adelante y mejorar su destino (NORC,
1994: 236). Con ello se sugiere que cuando
una persona termina mal situada en la
escala de estratificación social es por su